Las temporales del Prado: El Bosco. La exposición del V centenario.


El Museo del Prado conmemora el V centenario de la muerte del Bosco, pintor de sueños y pesadillas, con una gran muestra de sus fascinantes y enigmáticas pinturas integrada por 58 obras procedentes de distintos museos, una exposición que permanecerá abierta hasta el 11 de septiembre de 2016.
Un breve apunte biográfico
Jheronimus van Aken, conocido por todos como El Bosco, nació y vivió en ‘s-Hertogenbosch (Bois-le-Duc), una tranquila ciudad situada al norte del ducado de Brabante, en la actual Holanda, a la que desde joven vinculó su nombre artístico al firmar sus obras como Jheronimus Bosch.

Cuando El Bosco nació en 1460, ‘s-Hertogenbosch era una ciudad próspera, cuya plaza del mercado era el punto de encuentro de todas las clases sociales y el espacio de celebración de todo tipo de actos a los que El Bosco asistía no solo como ciudadano, sino también en calidad de hermano jurado de la cofradía de Nuestra Señora. Disfrutaba por tanto de una elevada posición social lo que le propició que recibiera numerosos encargos tanto de particulares como de diversas instituciones eclesiásticas y civiles.

A los 12 años fue testigo del incendio de su ciudad, en el que resultaron destruidas más de 4.000 edificios. Por aquel entonces, estamos en el año 1463, estudiaba en el taller familiar dedicado a la pintura al fresco, y ya firmaba sus primeras obras como Bosch. Aunque no hay constancia fehaciente de ello, es probable  que entre 1500 y 1504 El Bosco viajara a Italia, residiendo una temporada en Venecia, ciudad en la que, en colecciones privadas se conservan varias obras suyas. Por otro lado, a partir de estos años, el estilo del Bosco evoluciona de forma evidente hacia un estilo renacentista, lo que avala la tesis de ese viaje. En 1481 contrajo matrimonio con Aleid van de Meervenne, hija del comerciante Goyarts van de Meervenne, un matrimonio que propicio su ascenso social. Su ingreso en 1486 en la "Illustre Lieve Vrouwe Broederschap" (Ilustre Hermandad de Nuestra Señora) de s´Hertogenbosch hizo que los encargos se sucedieran uno tras otro, haciéndose cargo de la realización, junto con su padre, de un gran retablo encargado por los Concejales de la hermandad finalizado en 1477, pintando entre 1488 y 1489 parte de un políptico esculpido, encargo igualmente de la cofradía.



Obsesionado con la salvación del alma e influenciado por el misticismo prerreformista de la época, Jheronimus van Aken “El Bosco”, consagro su vida a la imposible tarea de descifrar a través de sus obras los insondables mensajes de la Biblia. En sus obras hay mucho de onírico, visionario y esotérico, pero siempre dentro del credo cristiano, enriqueciendo con sus figuras y sus escenas, muchas veces aberrantes, la imaginería románica y gótica de los pórticos de las catedrales y los bestiarios medievales, donde se nos avisaba de lo que puede sucederle a quien peque y sea condenado al fuego eterno, a la vez que criticaba los vicios, pecados y desvaríos de la sociedad de la época, siempre haciendo uso de su desbordante y asombrosa imaginación

Su inmensa capacidad de invención ha hecho que, 500 años después, su obra siga siendo en  muchos casos imposible de descifrar. El Bosco se llevó consigo a la tumba todos sus secretos, tras su fallecimiento, acaecido con toda probabilidad en su ciudad natal en los primeros días de agosto de 1516 (el 9 de agosto se celebraron solemnes exequias por el pintor en la capilla de Nuestra Señora).
El Bosco y Felipe II
Han pasado 500 años y la obra de El Bosco continúa siendo indescifrable incluso para los más expertos, a la vez que continúa fascinándonos. Mucho se ha escrito acerca de la obra de El Bosco con objeto de intentar descifrar sus misterios y enigmas, con interpretaciones teológicas de toda índole: teológicas, morales, esotéricas, sin que los estudiosos hayan logrado ponerse de acuerdo. 

Felipe II fue uno de los mayores admiradores del pintor, haciéndose a lo largo de su vida con cuantas obras pudo, reuniendo en España un gran número de ellas, de las que sólo han llegado hasta nuestros días las que ordenó trasladar a El Escorial, continuando la serie de adquisiciones iniciada por sus antecesores Isabel la Católica y Felipe el Hermoso. 



Hasta tal punto llegaba la admiración del Rey Prudente, que tal y como nos en sus escritos el padre Sigüenza, bibliotecario del monasterio de El Escorial a finales del siglo XVI, durante su agonía, que duró 53 días, el monarca en cuyos reinos no se ponía nunca el sol, mando llevar a sus estancias una gran cantidad de crucifijos y reliquias plenamente convencido de su poder de sanación. Hasta aquí todo parece relativamente normal dentro del catolicismo exacerbado y místico de la época y la bien conocida religiosidad de Felipe II. Lo que ya no resulta tan fácil de entender es que igualmente ordenase disponer alrededor de su lecho las obras de El Bosco que poseía. 





Entre ellas estaban la Mesa de los siete pecados capitales, en la que se puede leer la siguiente frase escrita en latín: “Cave, cave, dominus videt” (Cuidado, cuidado, el señor observa). Finalmente, Felipe II fallecería el de 1598 en el Monasterio de San Lorenzo de el Escorial, sin que nadie hubiera llegado a tener conocimiento de la razón última de tan sorprendente deseo.
Una polémica felizmente zanjada



Uno de los principales focos de interés de la exposición, es sin duda poder contemplar las tres obras de El Bosco propiedad del museo del Prado, cuya autoría había sido puesta en entredicho recientemente por los holandeses del Bosch Research and Conservation Project tras seis años de estudio. Estas obras son: La Mesa de los pecados CapitalesLas Tentaciones de San Antonio Abad y La Extracción de la piedra de la locura. En la rueda de prensa celebrada para presentar la exposición, Miguel Falomir, director de Conservación del Museo del Prado y Pilar silva, comisaria de la exposición y conservadora jefa de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte, zanjaron la polémica tras afirmar rotundamente que:
“Éstas son obras de El Bosco”
“Cuando atribuye o desatribuye obras de arte, son necesarios argumentos de índole científica, documental o de conocimiento de la historia del arte, y aquí no se dan estos argumentos”
 Para reforzar con sólidos argumentos estas afirmaciones, el Museo del Prado ha llevado a cabo un completo análisis de las obras con nuevas radiografías y análisis de los pigmentos utilizados por El Bosco en otras obras cuya autoría no estaba en entredicho, unas pruebas que han resultado concluyentes y que permiten asegurar que las obras antes mencionadas, fueron sin el menor atisbo de duda pintadas por El Bosco. Un pintor de inventiva e imaginación desbordantes, capaz de crear extrañas criaturas y construcciones aún hoy día difíciles de interpretar y comprender, casi siempre a través de mundos apocalípticos en los que se decide el destino de los hombres y se produce un continuo enfrentamiento entre el bien y el mal. Cuadros con frecuencia de gran luminosidad, pese a reflejar el mal, con colores intensos y horizontes infinitos.
 “Una exposición para empezar a entender algo de El Bosco”
(Miguel Zugaga – Director del Museo del Prado)



La muestra, planteada como un recorrido circular en torno a las piezas principales, está dividida en 7 secciones, nos permitirá disfrutar de un gran porcentaje de las obras firmadas por el pintor, por lo que difícilmente podrán reunirse de nuevo en el futuro. Y a partir de este punto, os propongo un breve recorrido por la exposición, deteniéndonos con especial atención en las obras centrales de cada una de las secciones.
1.- El Bosco y ´s Hertogenbosch



En esta 1ª sección de la muestra, se sitúa al pintor y a su obra en la ciudad donde nació y vivió en torno al Tríptico del Ecce Homo, procedente del Museum of Fine Arts de Boston. 


Entre las obras se encuentran piezas de artistas coetáneos de El Bosco, relacionados de una u otra forma con la ciudad como los dos relieves del escultor Adriaen van Wessel para el retablo de la capilla de la Cofradía de Nuestra Señora en la iglesia de San Juan(El Emperador Augusto y la sibila Tiburtina y San Juan Evangelista en la isla de Patmos). 



Tres grabados del arquitecto y grabador Alart du Hameel (Elefante asediado, El Juicio Final y Los amantes con un loco junto a la fuente) y un manuscrito de Felipe de Guevara, chambelán en las cortes de Felipe el Hermoso y el emperador Carlos V y autor de las primeras críticas que se conservan de la obra de El Bosco, de quien escribió:
“Nunca pinto cosa fuera del natural en su vida salvo los demonios”

Un grabado de Cornelis Cort nos permite conocer el rostro del pintor, mientras que en la tabla de autor anónimo titulada El mercado de paños en la plaza de ‘s-Hertogenbosch, procedente del Noordsbrabant Museum de s´Hertogenbosch, se puede ver la casa en la que vivió El Bosco.



La obra principal de esta sección, es como ya se ha dicho el tríptico del Ecce Homo, realizado por el taller del pintor por encargo de Peter van Os, hermano de la misma cofradía de la que era miembro El Bosco. En la tabla central, dedicada al Ecce Homo, vemos como Cristo es presentado al pueblo judío desde una terraza, mientras que en la esquina superior derecha aparece portando la cruz en una ciudad de aspecto medieval. En la tabla izquierda, San Pedro, identificado como Peter van Os. En la tabla derecha aparece su esposa, fallecida al poco de dar a luz a su hija que podemos ver a sus pies, fallecida poco después de dar a luz. En el exterior de las puertas San Juan Evangelista y María Magdalena acompañan a la familia de Franco van Langel, suegro de Peter van Os.
2.- Infancia y vida pública de Cristo



En la segunda sala todo gira en torno al Tríptico de la Adoración de los Magos del Museo del Prado  y la figura de Jesucristo. La Adoración de los Magos, es el motivo más repetido por El Bosco, expresando a través de sus obras la universalidad de la Redención valiéndose para ellos de su particular y personal forma de pintar, si bien aún bebe de las fuentes tradicionales cercanas al Antiguo testamento, con unos fondos dotados de un gran simbolismo.



Se muestran igualmente las tablas de la Adoracion de los Magos del Metropolitan Museum of Art de  Nueva York y del Philadelphia Museum of Art y el dibujo realizado en tinta sobre lápiz de Las Bodas de Caná del Museo del Louvre de París, obra de un seguidor, además de un buril, Ornamento con hojas de cardo realizado por Alart du Hameel.

En el tríptico de la Adoración de los Magos del Prado, probablemente su obra mejor conservada, El Bosco representó a los donantes del mismo, así figura en la escena principal el matrimonio formado por Peeter Scheyfeve y Agneese de Gramme, pertenecientes ambos cónyuges a la alta burguesía de la ciudad de Amberes. Los tres paneles del tríptico se nos presentan como si de uno solo se tratase gracias al paisaje de fondo, y en ellos se muestra la llegada de la salvación y la redención universal de la humanidad. Guiados por la estrella aparecen los tres Reyes Magos que acuden a adorar a Jesús con las ofrendas y sus lujosos ropajes en los que se encuentran representadas dos escenas del Antiguo Testamento: la visita de la reina de Saba al Rey Salomón, en la esclavina del Gaspar y la ofrenda de Abner al rey David en el tarro de incienso que porta Baltasar. Pero sin duda, lo más sorprendente de este tríptico es sin duda la presencia del Anticristo en el interior de la cabaña de la tabla central donde se encuentra el pesebre y la presencia de San José en la parte superior de la tabla izquierda, secando los pañales del Niño, completamente ajeno a la escena principal. 



Una vez se cierran los paneles laterales, podemos admirar una escena suavemente iluminada por la luz de la luna con las figuras del padre y el hijo de Peeter Scheyfeve, mientras asisten a la celebración de la misa de San Gregorio
3.- Los santos



En la tercera sala nos encontramos una de las piedras angulares de la exposición como pieza central: el tríptico de las Tentaciones de San Antonio Abad procedente del Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa, pintado hacia 1500. 



Junto a él se exhiben igualmente las dos Tentaciones de San Antonio del Museo del Prado, de las que una de ellas es obra de taller, el fragmento de las Tentaciones procedente del The Nelson-Atkins Museum of Art de Kansas City y un dibujo procedente del Louvre de París con bocetos, una vez más, para unas Tentaciones de San Antonio; El Tríptico de Santa Wilgefortis de la Galleríe dellÁccadmia de Venecia y el Tríptico de Job del Musea Brudge de Brujas. 



Las tablas de San Juan Bautista en meditación del Museo Lázaro Galdiano de Madrid, San Juan Evangelista en Patmos, y su reverso con una Pasión de Cristo.



 San Jerónimo en oraciónSan Cristóbal con el Niño Jesús a cuestas y el dibujo Mendigos y lisiados completan este recorrido circular, procedentes de Berlín, Gante, Rotterdam y Viena respectivamente.



 El tríptico de las Tentaciones de San Antonio es una obra laberíntica, compleja y delirante en la que El Bosco a través de algunas de las imágenes más extrañas y chocantes de la historia del arte muestra al atónito espectador no solo la vida, las dudas y las penas del santo, sino que con un prodigioso derroche de imágenes oníricas mezcla santidad y placeres prohibidos, sueños y pesadillas, vicios y virtudes, oración y blasfemia. Para esta singular y enigmática procedente de Lisbóa, El Bosco dejo volar su imaginación inventando los fondos de los tres paneles sin que tengan ninguna relación con la vida de San Juan, y creando a los demonios que aparecen. En sus tres paneles se representan de izquierda a derecha: el vuelo y caída, las tentaciones y la meditación de San Antonio. En el izquierdo se ve reflejado el momento en que los demonios tomaron el cuerpo del santo, para, tras elevarlo por los aires, dejarlo caer. En la esquina inferior derecha, un demonio-pájaro con patines, una especie de mensajero que produce irremediablemente gran asombro al espectador. 



En el panel central El Bosco nos presenta en el ángulo superior izquierdo un pueblo en llamas, completamente ajeno a la historia de san Antonio; En la zona derecha superior, vemos la fachada destruida de un templo sobre la que se ven distintas escenas bíblicas relacionadas con Moisés, apareciendo debajo de estas ruinas, casi en la esquina inferior derecha, una serie de personajes demoníacos, como el jinete con un ave de presa que da la espalda al espectador o una mujer-tronco sobre una rata gigantesca, entre los que se ve a una negra con una bandeja con un sapo, un músico con cara de cerdo con un búho sobre su cabeza y un lisiado. El centro está dominado por un grupo de asistentes a la celebración de la misa.



La tabla izquierda nos muestra a los compañeros de viaje de San Antonio cruzando un puente con el cuerpo inconsciente del santo, tras haber sido atacado por los demonios.



El panel derecho nos muestra la continuación de la escena de los personajes demoníacos del panel central, en la que aparece la reina tentando a San Antonio para conducirle hasta su palacio mientras San Antonio lee un libro, posiblemente una Biblia.



Por ultimo, una vez cerradas las puertas pintadas en grisalla, podemos ver dos momentos de la Pasión de Cristo: el Prendimiento y el camino del Calvario.
4.- Del Paraíso al Infierno



Sin duda, el Carro de heno es una de las obras más conocidas de El Bosco, junto al Jardín de las delicias, razón más que suficiente para que sea la obra central de la cuarta sala.



 Junto al tríptico se nos muestran obras tan importantes en la producción del pintor como las cuatro tablas del políptico Visiones del más allá (El Paraiso Terrenal, La ascensión al Empireo, La caída de los condenados y El infierno) de la Gallerie dell´Academia de Venecia, con su sorprendente interpretación del Paraíso, con el túnel de luz que deben atravesar los elegidos.


Se encuentran igualmente en esta sala el tríptico del Juicio Final llegado desde Brujas, el dibujo titulado Barco infernal o La nave de los locos en llamas,  procedente de la Akademie der Bildenden Künste Viena y dos dibujos, uno de ellos obra de taller, llegados desde Berlín.

En cuanto al tríptico del Carro de heno, una fastuosa reflexión sobre las tentaciones del mundo, El Bosco situó en el panel central, entre el Paraíso y el Infierno situados en las tablas izquierda y derecha respectivamente, su particular visión del mundo representado por un carro lleno  de heno hasta desbordar para representar como la humanidad en su afán por obtener  bienes materiales y dejarse arrastrar por el disfrute y el placer, se deja engañar por los mil y un demonios que acaban por arrastrarle a los sufrimientos eternos del Infierno.
5.- El jardín de las delicias



 Ha llegado el momento de disfrutar de la obra más admirada de El Bosco y una de las más visitadas del Museo del prado junto a los cuadros de Velázquez, Goya, Tiziano o El Greco: El tríptico del Jardín de las delicias. 



Junto a uno de los grandes protagonistas de esta excepcional muestra se muestran, procedente del Rijkmusum de Amsterdam, un Retrato de su Engelbert II de Nassau y su Libro de Horas llegado desde la Bodleian Library de Oxford.



Igualmente estan presentes en esta sala un dibujo realizado en tinta parada titulado El hombre-árbol de Viena y el manuscrito de Las visiones del caballero Tondal llegado del Museo Getty de Los Angeles.



El Jardín de las delicias  es la obra más enigmática y compleja de El Bosco y se sabe con certeza que en 1593 ya era propiedad de Felipe II. Los tres paneles muestran tres escenascentradas en torno al pecado con Adan y Eva a la izquierda, en el Paraiso y el Infierno a la derecha, mientras en el panel central se nos muestra un falso paraíso entregado a la lujuria, símbolo de lo efímero de la felicidad y el placer. El padre Sigüenza, de quien ya hemos hablado unas líneas antes describió esta obra de El Bosco en 1603 con las siguientes palabras:
“Tabla de la gloria vana y breve gusto de la fresa o madroño, y su olorcillo, que apenas se siente cuando ya es pasado”




 Se expone junto a la radiografía y la reflectología infrarroja realizadas recientemente que nos revelan detalles muy interesantes acerca de los detalles del proceso de creación con los pequeños cambios y rectificaciones que fue realizando el artista, eliminando algunos elementos y modificando el paisaje en el panel dedicado al Paraíso y eliminando objetos y animales fantásticos en el Infierno. Igualmente gracias a estas tecnologías, ha sido posible saber que El Bosco realizó el boceto inicial con pincel y a mano alzada, algo que se aprecia especialmente en los rostros, definidos con apenas tres líneas. Los cambios más importantes se encuentran en el Paraíso (Adán, Eva y Dios Padre fueron desplazados a la zona inferior y Dios Padre fue finalmente representado como Cristo y mirando al espectador) y en el Jardín (la pareja de la cueva y el grupo situado a su lado, el jinete junto al estanque y la fuente de los Cuatro Ríos situada al fondo). 



Una vez cerrado, se puede observar una escena realizada en grisalla donde se representa a el tercer día de la Creación, cuando Dios Padre separo las aguas y creó el Paraíso.
6.- El mundo y el hombre: Pecados Capitales y obras profanas

Esta sección, de modo excepcional gira en torno a la Mesa de los Pecados capitales, una de las tres obras envuelta en la reciente polémica surgida acerca de su autoría.



Alrededor, La Extracción de la piedra de la locura, del Museo del Prado.



 El tríptico del Camino de la Vida (desmontado e incompleto , tal y como podemos leer en la cartela informativa), del que se exponen los cuatro paneles que han sobrevivido, titulados: El vendedor ambulante procedente del Stichtting Museumde Rotterdam, La muerte y el avaro de la National Gallery of Art de Washington, La nave de los necios del Louvre y la Alegoría de la intemperancia de la Yale University Art.



Se exhiben igualmente Escena burlesca con un hombre en un canasto de la Albertina de Viena, El prestidigitador del Museo de Saint-Germain-en-Laye. 



El Concierto en el huevo del Palais des Beaux.Arts de Lille, y el Combate entre Carnaval y Cuaresma del Noordsbrabant Museum de ‘s-Hertogenbosch, estos tres últimos obras de seguidores del Bosco.

Con la Mesa de los Pecados Capitales, obra realizada sobre madera de chopo, en lugar de la habitual ente utilizada de roble, El Bosco nos envía a través de esta obra el mensaje moralizante de la redención del pecado a través de la pasión, muerte y Resurrección de Jesús, a quien vemos en el centro de la tabla saliendo del sepulcro y mostrando al espectador sus llagas. Alrededor d este gran ojo central. El pintor dispuso formando un círculo la representación de los siete Pecados Capitales, cada uno de ellos identificado con una inscripción en latín. La tabla se completa con cuatro círculos de menor tamaño en los que están representadas las postrimerías: Muerte, juicio Final, Infierno y Gloria; y dos citas del libro del Deuteronomio. 

La primera, situada entre los círculos menores de la Muerte y el Juicio Final, dice así:
"Gens absq[ue] [con]silio e[st] et sine prudentia // deutro[m]y 32[um]// utina[m] sapere[n]t [et] i[n]telligere[n]t ac novissi[m]a p[ro]videre[n]t" 
(Porque son un pueblo que no tiene ninguna comprensión ni visión / si fueran inteligentes entenderían esto y se prepararían para su fin).



En la segunda, entre el Infierno y la Gloria, se puede leer:
"Absconda[m] facie[m] mea[m] ab eis: et [con]siderabo novissi[m]a eo[rum]"
 (Yo esconderé mi rostro de ellos: y veré cuálserá su fin)
7.- La Pasión de Cristo



Dicen que todo lo bueno toca a su fin, y así sala a sala, cuadro a cuadro, llegamos a la última sección de tan singular muestra. Aquí, la pieza central es el tríptico con escenas de la Pasión de Cristo procedente del Museo de Bellas Artes San Pío V de Valencia. 

En esta sala nos encontramos ante una serie de obras, todas ellas igualmente importantes, centradas en la pasión de Cristo. Algunas de ellas son obras de El Bosco y otras de sus seguidores: el Ecce Homo del Städel Museum de Frankfurt, la Coronación de espinas de la National Gallery de Londres.



Dos Cristos camino del Calvario del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y del Kunsthistorisches Museum Viena, mostrando este último en su reverso al Niño Jesus jugando con un andador; y tres dibujos, del British Museum, del Staatliche Museen de Berlín y dos y de una colección privada de Nueva York.




Para este tríptico, realizado casi con total seguridad por un discípulo de El Bosco, pese a lo que podría hacer pensar la inscripción "Jhronimus Bosch", que se puede ver en la parte inferior del panel central, se utilizaron numerosas referencias al lenguaje habitual del maestro. Felipe de Guevara, en sus Comentarios de la pintura antigua, escritos hacia 1535 y publicados por primera vez en 1788, escribió algo que bien podría aplicarse al tríptico del Museo de Bellas Artes de Valencia:
"Ansí vienen a ser infinitas las pinturas de este género (el fantástico) selladas con el nombre de Hyeronimo Bosco, falsamente inscripto... pero es justo dar aviso que entre estos imitadores de Hyeronimo Bosco, hay uno que fue su discípulo, el qual por devoción de su maestro, o por acreditar sus obras, inscribió en sus pinturas el nombre de Bosch, y no el suyo. Esto, aunque sea así, son pinturas muy de estimar, y el que las tiene debe tenellas en mucho, porque en las invenciones y moralidades, fue rastreando tras su maestro, y en el labor fue mas diligente y paciente que el Bosco, no se apartando del ayre y galanía y del colorir de su maestro".

En la tabla central se nos presenta la Coronación de espinas. Destaca la serenidad  de Cristo frente a la violencia y la agitación que muestran el resto de los personajes que rodean su figura llenando por completo cada una de las tablas. El panel izquierdo nos muestra el momento del Prendimiento de Jesús, en el momento en que uno de los discípulos tomó el puñal y cortó la oreja de un siervo del pontífice, mientras el panel derecho muestra a Jesús desnudo hasta la cintura, atado con una cuerda que sujeta un individuo situado en primer término, mientras otro de nariz aguileña empuja a Cristo, rodeado por dos verdugos con azotes de mimbre y puntas de hierro. Las tres escenas están enmarcadas en tondos, un circulo el panel Central y  dos óvalos para los paneles laterales sobre un fondo dorado, mientras que en las esquinas de cada tabla el  pintor representó la lucha y caída de los ángeles rebeldes, realizada en grisalla.

Espero que hayáis disfrutado de esta entrada tanto como yo escribiéndola, y que cuando acudáis a ver ésta, a buen seguro, irrepetible exposición al Museo del Prado, este auténtico viaje alrededor de los trípticos de El Bosco, disfrutéis aún más. Y para terminar, os dejo una cita de nuestro protagonista de hoy: Jheronimus van Aken, más conocido como "El Bosco", pintor de infiernos aberrantes y plácidos paraisos, fruto de su inagotable, sorprendente e inexplicable imaginación.


MISERRIMI QUIPPE EST INGENII SEMPER UTI INVENTIS ET NUMQUAM INVENIENDIS
(Sin duda es propio de un espíritu de lo más miserable servirse siempre de lo creado y nunca de lo que ha de crearse – Jheronimus Bosch)



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