Entradas

Mostrando entradas de enero 8, 2016

Madrid, 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos I, rey de España.

Imagen
Ese día amaneció con un sol radiante, un cielo azul, luminoso, madrileño hasta el tuétano, sin una sola nube que pudiera ensombrecer la histórica jornada.   A las 8 de la mañana, la Carrrera de San Jerónimo ya estaba abarrotada de miles de españoles, que no se querían perder ni un detalle de lo que estaba a punto de suceder ante sus ojos. Tras 44 años de historia convulsa y trágica, con una II Republica incapaz de gobernar España, una Guerra Civil fraticida y sangrienta y una dictadura que acababa de tocar a su fin, la monarquía regresaba a España en la persona de D. Juan Carlos de Borbón y Borbón, que a partir de ese día iba a ser el rey de todos los españoles con el nombre de Juan Carlos I. Y lo ha sido, ¡Vive Dios, que lo ha sido! Desde la Puerta del Sol hasta Neptuno había banderas con los colores nacionales, el rojo y el gualda, adhesivos, banderines, pancartas… todo con la inscripción “Juan Carlos I, Rey de España”. A las 10 comenzaron a llegar los procuradores y los
Imagen
En 1948, con una España aun desgarrada y arruinada por la tragedia de la Guerra Civil, una España de cartillas de racionamiento y mercado negro, con una inflación desbocada y un gran déficit comercial con el exterior, sumida en la pobreza y el malestar social, sin olvidar la represión del régimen, al general Franco, no se le ocurrió nada mejor, que encargar tres, no uno, no ¡¡¡Tres!!! Rolls-Royce Phantom IV, el summum del lujo automovilístico de la época. Un automóvil pensado y fabricado para reyes y jefes de estado, del que únicamente se fabricaron 18 ejemplares, de los que estos tres, acabaron en España por obra y gracia del general. Estos magníficos ejemplares de Rolls-Royce Phantom IV, descansan en las cocheras de El Pardo, perfectamente conservados y listos para arrancar al momento, como parte de una de las colecciones de automoviles de Estado más importantes del mundo, tanto por su exclusividad como por su calidad. Los Rolls-Royce de Patrimonio, dos de ellos con carrocería c

Los caballitos de la Gran Vía.

Imagen
  Cuando paseéis por la Gran Vía madrileña, poco antes de llegar a la Red de San Luis (Montera) viniendo desde la plaza del Callao, prestad atención, porque de lo contrario es muy  fácil pasar justo por debajo y no ver estas dos pequeñas figuras que he bautizado como “Los caballitos de la Gran Vía”. Después de mucho investigar y rebuscar, no tengo ni la mas remota idea de que significado tienen, que representan, o por qué están ahí estas dos pequeñas cabezas de caballo, creo que de bronce, de unos 25-30 cm de altura. Están ahí desde siempre, o al menos desde que yo tenia 5 ó 6 años, que fue cuando mi padre me las enseño por primera vez. Justo en la esquina de la Gran Vía con la calle Tres cruces, en sendas hornacinas a unos 4 metros de altura. Si os apetece, haced una prueba: preguntad a cualquiera, sea o no de Madrid. Comprobaréis como estos dos caballitos son dos perfectos desconocidos para casi todos. En cualquier caso la presencia de estas dos pequeñas figuras es algo que siempr

O vendemos puentes, o compramos rio.

Imagen
Son 33 los pasos que permiten a los madrileños, bien sea a pie, en coche o en tren, cruzar el Manzanares en su tranquilo discurrir mientras cruza de norte a sur la capital. Sin duda, muchos puentes para tan poco río. Resulta aun mas sorprendente esta cifra si la comparamos con ciudades como Londres, París, Budapest, Nueva York, Tokio o El Cairo, por citar algunas ciudades con ríos de verdad. Porque no nos engañemos, nuestro entrañable Manzanares es un río de andar por casa, casi de juguete, como de maqueta ferroviaria. Un aprendiz de río, del que se llego a decir que era navegable a caballo. De modo que, sinceramente, no creo estar exagerando cuando digo que, o vendemos puentes o compramos río. “Duélete de esa puente, Manzanares/mira que dice por ahí la gente/que no eres río para media puente/y que ella es puente para muchos mares./Hoy, arrogante, te ha brotado a pares/húmedas crestas tu soberbia frente,/y ayer me dijo humilde tu corriente/que eran en marzo los caniculares” (Luis de